DESARROLLO Y SOSTENIBILIDAD
El Desarrollo Sostenible es un concepto que fue definido en 1987 por la Comisión Brundtland y que establecía un trípode que recoloca la noción de desarrollo sobre los pilares interactuantes de lo económico, lo social y lo ecosistémico.
En la década de los 1990, este concepto recibió fuertes críticas por razones variadas, una de las cuales proponía que en realidad lo que se pretendía hacer sostenible a través de ese concepto era el capitalismo mismo. Sin embargo, el concepto ha probado ser resiliente.
En el año 2015, las Naciones Unidas en remplazo de los Objetivos del Milenio postularon los Objetivos del Desarrollo Sostenible y los ordenaron en una variedad de propósitos, lo que incluye 17, encabezados por el “fin de la pobreza” y seguidos por otros más, tales como salud, educación, igualdad de género, agua limpia, energía no contaminante, trabajo decente, producción y consumo responsable, vida submarina, paz y justicia, entre otros.
Evidentemente, otros aspectos criticados a ciertas visiones de desarrollo como, por ejemplo, el “crecimiento” se coló entre esos objetivos, como se lee en el Objetivo 8. Para el CEPAM, el desarrollo no puede ser simplemente crecimiento, extractivismo o capitalismo salvaje; debe incorporar uso sostenible y responsable de los ecosistemas y seguridad humana; debe revisar los temas de la transición energética mundial y su impacto en la Amazonia; impulsar proyectos económicos responsables con el bosque amazónico y los bosquesinos que habitan en la selva, el campo y las ciudades.
El CEPAM también pretende explorar los dilemas de la paradoja ecopolítica. Como las visiones ecologistas y los proyectos de preservación y conservación tienden a separar y dividir a los humanos del resto de la naturaleza, convirtiendo a los humanos en los enemigos de la naturaleza, postulan que la población amazónica no debe crecer. Esta visión sin matices, no capta que, por ejemplo, las poblaciones indígenas no son las responsables del cambio climático; que las poblaciones humanas que hacen parte del ecosistema boscoso tienen derecho a opinar y decidir sobre el derrotero y futuro del territorio.
Como el sistema democrático se basa en el principio de las mayorías, los habitantes de la Amazonia no pueden tener la oportunidad de decidir el futuro de su propia región, sino que ella se decide en las capitales nacionales y en los centros metropolitanos mundiales donde ocurren las grandes conferencias que trazan las políticas sobre la región.
En este contexto complejo debemos observar las transformaciones que están ocurriendo en temas tales como Megaproyectos, Minería y Sector Extractivo; Puertos y Vías Fluviales; Turismo, Vías Terrestres e Integración comercial; Servicios financieros y comerciales; Desarrollo, Sustentabilidad y Conservación; Economía Verde; PyMES y economía popular. Un renglón especial debe ocupar la necesidad de la región que pretende, con razón, superar el siglo XIX y XX, tecnológicamente hablando. Es absolutamente imperioso y es un derecho de la población poder contar con TICs y Autopistas de la Información que le permita el ingreso al siglo XXI.