RINCÓN LITERARIO
Reseña
Soy la daga y soy la herida
Laura Restrepo

Germán Palacio
Abogado e historiador. Doctor en Historia de Florida International University. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia. Director del CEPAM.
Laura Restrepo. Soy la daga y soy la herida. (Bogotá: Alfaguara, 2025). Reseña de Germán Palacio.
El protagonista de esta desgarradora novela es un verdugo profesional, implacable, llamado Misericordia Dagger, una especie de daga humana, filuda, quirúrgica y sin compasión. No es uno de esos cobardes que se esconden en las redes y se dedican a insultar por X, sino un genuino exponente, no de la buena onda generosa de Let it be, sino de los que prefieren la rola de los Rolling Stones, Let it bleed, alguien que no necesita una flor para mascar sino alguien con quien sangrar. Fabricado en alguna parte de las montañas, vertientes o valles interandinos de Colombia, supongo, aunque bien podría ser de otras latitudes, como corresponde a antihéroes universales.
Se encarna, bien nutrido con el bagaje de la modernidad europea, en un heredero el señor Guillotine, quien se inventó un aparato para que el poder se ensañara en los cuerpos de los condenados y para que el suplicio y espectáculo sincero y carnicero de los príncipes, estuviera escondido en la hipocresía de la prisión para que no se note a simple vista. De este modo, el poder de castigar se empezó a manifestar reducido a un instante magnífico o espléndido, un momento sublime, la caída de una hoja pesada de metal bien afilado no vista hasta entonces. El señor Dagger era un experto en estocadas terminales tan precisas que no requerían de la puntilla final para sacrificar a la bestia condenada.
Misericordia tenía una trayectoria implacable, sin sentimientos, la perfección en los detalles, un artista del sacrificio matarife, hasta que la vida le puso al frente a una joven trastornadora, una fantasía real encarnada en una hembra elegante y distinguida con sólo verle el rostro, hija de aristócratas. Sentada en un Mercedes Benz la vio cuando le hacía seguimiento a su madre, una condesa ya condenada por Abismo, el Supremo. Antes de bajarse del espléndido coche, la joven, campeona de natación, la asaltó un ataque de epilepsia que la puso a babear espumosamente. Por cualquier razón inescrutable, este asalto a la normalidad impactó a Misericordia y lo transformó, por lo que lenta, pero seguramente, se empezó a enredar en las redes de un amor inexplicable para algunos mortales con corazón acartonado y no encuadrado en los rituales burocráticos que insisten en convencerse y persuadir a los demás sobre la belleza del matrimonio oficial.
En ese momento culminante para el protagonista, su vida empezó a cambiar como resultado de ese embrujo que duró tan poco como el instante que separa la vida de la muerte cuando es segada por un metal pesado y afilado, calculado meticulosamente por la física de cuerpos que descienden implacables sobre los pescuezos de sus víctimas.
Laura Restrepo escribe lejos de los realismos mágicos que parece que fuera la única literatura que han leído aquellos que quisieron hacer un pacto histórico disparando retórica hueca sobre el país de la belleza e inspirados en un autor genial, pero cuyos ecos ya suenan vintage. Esta novela hace parte de la literatura noir, también conocida como novela negra. Se trata de un género que tiende a centrarse en historias criminales con ambientes oscuros y pesimistas. Se diferencia de la novela policíaca tradicional, nos dicen los que saben, por su enfoque en la atmósfera plomiza, una psicología de personajes perturbados que no dejan escapar la crítica social, frecuentemente acompañados con figuras moralmente ambiguas y sistemas socio-políticos corruptos.
Mirado más de fondo, se trata de una novela que no sólo pertenece a la novela negra sino a lo que llaman también hardboiled. En la primera, se despliega y realza un cuadro psicológico, mientras que esta última destaca el cinismo frente a la corrupción social institucionalizada.
Hay algo que me pareció extraño por el nombre del protagonista: hasta bien entrado el nudo de la novela, Misericordia es un inmisericorde. ¿Cómo? ¿Será una paradoja o un oxímoron? Me inclino a que sea un oxímoron en el sentido de que evidentemente es una contradicción en los términos. Sin embargo, es posible que en realidad esta aparente contradicción sea el producto de un proceso. El personaje es un inmisericorde consistente, irremediable, sin respiro, austero y consecuente, hasta cuando la vida le da una sorpresa y una fisura empieza a resquebrajarle el corazón de hormigón cuando es rozado por la punta de un diamante. En este momento, al tiempo que Misericordia empieza a aceptar cargar con las consecuencias de este descuido, no sólo acepta el autosacrificio sino comete un error y se ve inmolado por quien ha seleccionado para sucederlo. Al mismo tiempo, Abismo, perdona vidas y comandante en jefe de las operaciones de sacrificio y venganza, está tomando nota de la fisura del corazón del maestro de maestros de las ejecuciones.
Si esta reseña suena críptica es sólo porque el libro también lo es y no tiene sentido revelar el secreto de las pesadillas que la seguridad democrática produce en Laura Restrepo. Las mismas pesadillas que el magnate jugador de golf nos produce hoy en día con su ansia de coronación imperial y su empeño en actualizar los sueños de conquistadores en busca de Eldorado, poniéndole un marco o un baño dorado a todo lo que se asocia con él, incluidos los zapatos tenis que promociona desde la mismísima Casa Blanca. En este contexto, debo especular sin poner punto final, para que el lector haga sus propias cábalas y se devane los sesos sobre el enigmático y pasmoso relato que nos ofrece Laura Restrepo.
Bogotá, 23 de junio de 2025

Laura Restrepo. Soy la daga y soy la herida. (Bogotá: Alfaguara, 2025).
Reseña de Germán Palacio.