Hacerse lector| La escuela del asentamiento Milton Santos – MST

Marco Tobon

Marco Tobón

Investigador CEPAM

Antropólogo de la Universidad de Caldas (2005), realizó maestría en Estudios Amazónicos – Universidad Nacional de Colombia Sede Amazonia (2008). Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Estatal de Campinas – UNICAMP (2016). Becario posdoctoral en el departamento de Antropología de la UNICAMP.

Este texto nace de una conversación -del arte de la conversación- con Carlos Salazar y con Liormando José dos Santos, Lió.

¿Qué es un lector? se pregunta el escritor argentino Ricardo Piglia (El último lector 2005). Entre las pistas que encuentra, un lector sería un relato, alguien que gracias a las narraciones que lee puede encontrar un camino. Por su parte, el filósofo colombiano Estanislao Zuleta (Sobre la letura 1982) dice que un lector es alguien que anda tras algo, alguien que busca lo que está a la espera de ser explicado.

A fin de cuentas, un lector sería aquella persona que persigue su propio relato. El mejor ejemplo es el de Liormando José dos Santos, Lió, productor rural del asentamiento Milton Santos del Movimiento Sin Tierra – MST-, en la ciudad de Americana – SP, cuando cuenta cómo aprendió a leer:

"Hace 56 años, nací y crecí en el campo, nunca fui a la escuela. Soy del interior de Pernambuco. Aprendí a leer a los 46 años, porque fui desafiado por los hechos. Fui a abrir una cuenta en el Banco de Brasil y el empleado me dijo que no podía abrir una cuenta porque no tenía un documento firmado. Aprendí a leer porque aquello me indignó. Esta negativa me dio más fuerza y valor para aprender a leer y escribir".

La adversidad, como advierte Milton Santos, puede despertar fuerzas interiores capaces de organizar una respuesta. Lió aprende a leer, a luchar, a actuar junto a otros y en este movimiento va hilando su propio relato. Lió nació en circunstancias que ya han sido narradas -y leídas-, como bien lo describe Euclides da Cunha en Os Sertões (1902), al retratar a todos aquellos niños nacidos en medio de dificultades, largados ante los desafíos de la historia.

“Atravesó la mocedad en medio de periódicas catástrofes. Se hizo hombre, casi sin haber sido niño. Dejó de serlo muy pronto, porque en el sertón, las sequías interrumpieron las alegrías de la infancia. Temprano tuvo que encarar la vida desde el lado tormentoso. (…) Se vio envuelto en una batalla sin treguas, que le exige imperiosamente el mantenimiento de todas sus energías.

Se hizo fuerte, experto, resignado y práctico.

Se preparó para la lucha”.

En esta vida Lió se enfrentó a los signos de una realidad turbulenta, de alguna manera supo leer el mundo desde su propia experiencia, un mundo injusto, mal hecho, lleno de fisuras, en permanente tensión. No estaba alfabetizado, pero ya leía las manifestaciones de la realidad. «Cuando empecé a acompañar el movimiento [MST], cuando empecé a formar parte de las reuniones, de los trabajos, empecé a aprender. En la Escuela de Jóvenes y Adultos [EJA] del MST aprendí a leer y a escribir. Mi primera escuela fue el MST. Todo lo que sé hoy lo aprendí con el MST”.

En un momento algo cambia en el relato de Lió, no es sólo el relato de alguien que ha aprendido a leer, sus palabras advierten un encuentro especial, es el lector que empieza a encontrarse a sí mismo en el camino, dice: «Estaba aprendiendo a leer con la ayuda de las profesoras del MST, pero no había leído nada por mí mismo, por mi propia cuenta. Un día, estaba en la sede del INCRA, en São Paulo, esperando a que me atendieran. Había algunas revistas sobre la mesa. Cogí una revista y conseguí leer mis primeras palabras. En la portada de la revista estaba escrito Nelson Mandela. Las primeras palabras que leí fueron Nelson Mandela».

Podría pensarse que este encuentro con Madiba -como era conocido el líder que luchó contra el apartheid- forma parte de las conspiraciones que la historia venía forjando con astucia. Pero el hecho de que Lió leyera «Nelson Mandela» no es una obra de la casualidad, en ese instante estaba recolectando las palabras que le ayudarían a ordenar lo vivido, a tejer un relato que diera sentido a sus propias experiencias. El ejemplo de Mandela también aparecía en el día a día junto al MST: no se abdica sin antes luchar, la defensa de la vida se hace colectivamente, el trabajo comunitario crea fuerza política, la solidaridad es un antídoto contra la injusticia. Esto confirma lo que Lió venía experimentando en su trayectoria vital. La lectura puede disolver las dudas -a veces creando nuevas preguntas-, la lectura puede diluir el escepticismo y la resignación, «hoy me siento un joven de 25 años» dice Lió al sentir las fuerzas colectivas que lo impulsan. «A los 49 años mi regalo de cumpleaños fue sacar mi cédula de ciudadanía (RG) firmada, porque no sabía escribir», dice con orgullo.

Todo lo que leemos, dice Estanislao Zuleta, se convierte en lenguaje de nuestro ser, incluyendo la presencia de aquellos personajes, sean de ficción o no, que acaban formando parte de nuestro viaje, como ocurrió aquí con Nelson Mandela, pero también, como afirma Lió, con la presencia del profesor Milton Santos. En el asentamiento, las ideas y el ejemplo ético y político de Milton Santos germinan junto con las huertas. Tal vez esta sea una demostración de los caminos que buscan conexiones, involucrando el trabajo solidario y la lectura, la educación popular y la movilización colectiva, como las plantas que se mueven en busca de luz.

En la conversación con Lió aparece aparece una conexión, pero esta vez narrada como un descubrimiento inspirador. En este momento las personas del asentamiento, junto con la participación de estudiantes de Campinas – SP y trabajadores urbanos, están construyendo la escuela Melina Melão. Las jornadas de trabajo comunitario, almuerzos colectivos, intercambios de alimentos, mingas, confirman en la práctica las ideas del gran geógrafo brasilero, por ejemplo, que las leyes escritas en papel no garantizan la ciudadanía, por lo que es imperativo la necesidad de defender los derechos y contrariar la exclusión. Estas acciones son también una forma de leer el mundo.

La historia no está determinada de forma natural, se hace con la participación de las personas capaces de dirigir su curso en el tiempo. En esa construcción de la historia, como bien recuerda Lió, invocando a Milton Santos, surge otra certeza: gracias a la solidaridad se puede postergar la derrota. Estas ideas y acciones fueron los primeros ladrillos para la construcción de la escuela. Lió cuenta que un día unas estudiantes de geografía de la UNICAMP llevaron un cuadro de Milton Santos para ponerlo en la pared de la escuela. Además de ser un acto estético, era una forma de resguardar el espacio pedagógico. «Cuando trajeron el cuadro me sorprendí», dice Lió. «¿Milton Santos es negro? pregunté. ¡Milton Santos es negro como yo!».

Aprender a leer es también una forma de reconocerse en el otro. Leer construye vínculos, crea aliados, invoca presencias protectoras. Esto supone también que aquel que lee adopta posturas políticas, es decir, no sólo dialoga con otros y crea relaciones, sino que también se opone a otras posturas y se enfrenta a otras lecturas del mundo. Ser lector es también participar en una disputa, quizá una disputa por la forma sobre cómo debe ser vivido este mundo.

Después de conocer el relato de Lió sobre cómo se hizo lector, podemos pensar que Lió acabó leyendo lo que llevaba dentro, la voluntad irrefrenable de justicia, el rechazo a doblegarse, la lucha política como camino hacia la felicidad colectiva, junto con Madiba, con Milton Santos, con Paulo Freire y con muchos otros hombres y mujeres que creen en las rutas solidarias.

¿Qué es un lector? Aquel que florece en el encuentro de un relato común.

Foto Lió por Carlos Ferreira

Foto Lió por Carlos Ferreira

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