RINCÓN LITERARIO

Reseña "Azares del Cuerpo"
Maria Ospina Pizano

salima cure

Salima Cure

Investigadora CEPAM

Antropóloga, magíster en Estudios Amazónicos y doctora en Antropología. Integrante del NEPE, Núcleo de Estudios e Investigaciones sobre Etnicidad, del programa de postgrado en Antropología de la Universidad Federal de Pernambuco. Experiencia como docente universitaria. Experiencia en gestión cultural y servicios educativos en el ámbito museístico. Participó como investigadora en el equipo de la Amazonia de la Comisión de la Verdad.

María Ospina Pizano. Gli azzardi del corpo.Edicola Edizioni. 2020

El libro, Azares del cuerpo, de la escritora colombiana Maria Ospina Pizano, lo encontré por caso en un festival de literatura realizado en un pequeño pueblo cerca de donde vivo. Estaba exhibido en el stand de la editorial Edicola, editorial italiana que inicialmente traducía obras de literatura italiana al español, en su sede de Santiago de Chile, y que con el tiempo empezó a traducir del español al italiano libros de literatura latinoamericana.

El libro lo leí en italiano, con el título: Gli azzardi del corpo. En la lectura se alternaban sensaciones de cercanía y lejanía. Cercanía de lugares conocidos, pues la mayoría de las historias ocurren en Bogotá y ahondan sucesos de la historia colombiana; lejanía porque al leerlo en otro idioma, se alteraba en cierto modo la escala de familiaridad con lo allí narrado.

Las seis historias que componen el texto se hilan a través de vivencias de mujeres: Policarpa y su nombre de civil, Marcela; Zenaida; Aurora; una mujer sin nombre; Estefanía y Mirla. Historias en parte independientes, pero entrelazadas a través de la centralidad del cuerpo, de formas, gestos, huellas y manías que hablan de las vidas y los caminos transitados por las protagonistas. Cuerpos que hablan de diversas formas de ser mujer, de definirse como tal. Policarpa y Marcela son la misma persona; la primera, definida en su experiencia en un grupo guerrillero, y la segunda, en su proceso de reincorporación a la vida civil trabajando en un supermercado. En el cruce de estas vidas aparece la descripción de un cuerpo atlético, pero que sufre las posiciones del nuevo trabajo, pasando tantas horas en pie, en un mismo lugar, haciendo movimientos repetitivos y fastidiado por las etiquetas del uniforme que debe llevar.

Zenaida, hermana de Marcela, vive en silencio la ida de su hermana a la guerrilla, su madre no volvió hablar de la hija ausente y Zenaida hizo lo mismo, no encuentra palabras para describir la decisión de la hermana mayor, si bien, la piensa siempre. En su traslado de su pueblo natal a Bogotá, Zenaida encuentra trabajo como trabajadora doméstica en una casa donde también vive y donde teje una relación importante con una niña que le hace constantemente preguntas y que come la tierra de las plantas.

Aurora es una escritora que vuelve a Bogotá luego de vivir muchos años fuera del país. No logra concentrarse en la escritura, observa la ciudad desde su ventana. Su mirada se fija en un hogar para señoritas que administran las monjas y que está justo al frente de su edificio. Observa a las estudiantes con sus uniformes bien puestos, largos y que mantienen una impecable disciplina. Una de las estudiantes le llama profundamente la atención, en su interior siente un profundo deseo de conocerla y hablarle.

La señora sin nombre, la conocemos sobre todo por una extraña relación que tiene con las pulgas que infestan su casa. Lucha contra ellas, pero al mismo tiempo reconoce que son la única compañía que tiene y que comparten la misma sangre. Un cuerpo, cuerpos múltiples, co-habitaciones, aparecen en el relato de una mujer que no sabemos cómo se llama.
Estefanía es una joven mujer que aprendió el oficio familiar de reparar muñecas antiguas. Un oficio prácticamente desaparecido en la Bogotá que vive. Sin embargo, persiste, le llegan trabajos aún y se maravilla de todos esos pedazos de brazos, piernas, caras, vestidos que hablan de tiempos pasados y de otras estéticas.

Finalmente, el relato de Mirla, que le da el nombre al entero libro, relata la historia de una mujer anciana, viuda, que a través de la relación con su estetista permite adentrarse en la difícil aceptación de un cuerpo que envejece, que se enferma, que a veces pesa llevarlo por la concentración en él de achaques y manías.

A través de estas historias, Ospina nos recuerda que no solo tenemos un cuerpo, sino que, somos cuerpo, como lo dice el filósofo francés Jean-Luc Nancy. Una afirmación poderosa que nos sirve para preguntarnos sobre ¿qué tanta atención damos en nuestras investigaciones a lo que pasa en y por nuestros cuerpos?, ¿a lo que aprendemos y compartimos con nuestros interlocutores desde lo que sentimos y que no pasa por las palabras, sino por gestos, visiones, miradas, extrañamientos, malestares?

Nuestras metodologías de trabajo en campo podríamos asumirlas como una invitación para percibir el gesto, para entrar con los ojos y el corazón abiertos. Para practicar nuevas escuchas y relaciones con quienes interactuamos. Para crear nuestros archivos y seguir rastros en diversas corpografías, como aquellas que Ospina nos propone en su obra.

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María Ospina Pizano. Gli azzardi del corpo. Edicola Edizioni. 2020

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