Rincón Literario
Reseña “Ficções amazônicas” Aparecida Vilaça, Francisco Vilaça Gaspar
Germán Palacio
Abogado e historiador. Doctor en Historia de Florida International University. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia. Director del CEPAM.
Aparecida Vilaça, Francisco Vilaça Gaspar. Ficções amazõnicas. Ed. Todavía, São Paulo, 2022.
Esta obra reúne diez historias curiosas, de conexiones insólitas e inesperadas entre distintas partes del mundo con ciertos lugares de la Amazonia. Son cuentos transnacionales, que podría decirse que son glocales. Para que quede claro y no piensen que hago propaganda superlativa, vale la pena mencionar los títulos de dos de esas historias: una, que parece broma y se llama “Nova Iorque, New York”. Debo aclarar: Nova Iorque es una aldea en la Amazonia brasilera. A un brasilero podría no sonarle tan raro, pero sí para quien no está familiarizado con esos nombres curiosos de poblados que existen en Brasil y que conste que no nos referimos a aquellos que gozan del cantarín nombre de aquellos que tienen origen indígena tupí-guaraní. Más bien hablamos de ciudades o poblados tales como Nova Iorque o Fordlandia en el corazón de la Amazonia o Petrópolis, linda ciudad que le permitió a aristócratas cariocas escapar de los calores en ciertas épocas estivales.
Otra historia se llama “Bristol, Amazônia”, es decir, una ciudad de Inglaterra que bizarramente se conecta con Amazonia, pero no por internet porque eso no sería novedad. Están físicamente conectadas a través de la ayahuasca o de otras sustancias con efectos transhumantes que permite desplazarse a personas físicas como en un túnel del tiempo de aquí para allá y del timbo al tambo, de la Amazonia a Albión y viceversa.
Estas historias improbables son narradas de forma que el lector puede entender que los escritores de este corto, pero magnífico texto literario, tienen un conocimiento profundo de etnógrafos. Sin embargo, esta narración se lee entretenida, lo que no siempre logran buenos etnógrafos cuya narrativa se siente aburrida para los legos, así sea interesante para los antropólogos. Da gusto leerlas para cualquiera que esté abierto a sorpresas.
Algunos querrán clasificar estas historias como realismo mágico. Otros creerán que es hiperrealismo ancestral. Quizás, ni lo uno ni lo otro. Estas historias no tendrían que ser tan raras o estrambóticas, sino cuando vivimos en urbes hiperaceleradas que nos someten a la acción productiva encadenados a un celular. Por ejemplo, se me viene a la mente un estudiante proveniente de Mitú, Vaupés que llegó a estudiar geografía a Leticia a la Universidad Nacional. Era un garoto indígena de 15 años que, ocasionalmente, me corregía en la clase de Fundamentos de Ciencias Sociales. Yo tenía que aceptar en público frente a toda la clase que sí, que mi dato no estaba del todo bien y que Gustavo tenía razón para que sus condiscípulos hicieran la corrección en sus apuntes. Le pregunté: oye, Gustavo, y ¿cómo sabes tantos datos enciclopédicos viniendo de Mitú?
De paso, Mitú es la capital de un departamento amazónico llamado Vaupés, parte clave de la ruta de la gran Anaconda, un poblado que en la época tenía menos de veinte mil habitantes. Mitú salió de su anonimato y quedó insertada en los mapas y la memoria de los colombianos cuando un asalto de la legendaria guerrilla de las FARC, que denominaron “La Operación Marquetalia”, el domingo primero de noviembre de 1998, la tomó por sorpresa en una noche de jaguares furiosos. No sólo se destruyó el poblado, sino que la acción dejó alrededor de 20 muertos y entre 70 soldados y policías secuestrados o retenidos, así como un importante grupo de lugareños jóvenes, muchos indígenas, reclutados. Ya que las bases militares colombianas estaban muy distantes de Mitú, el ejército colombiano tuvo que pedir permiso al comandante la base brasilera de Querari, la más cercana, para aprovisionarse de gasolina, con el propósito de retomar la ciudad en la operación “Vuelo de Angel”. Es que las operaciones armadas han retomado la onda antigua de colocarles nombres poéticos a la danza de la sangre, como lo enseñó la pasmosa Ilíada, que se convirtió en un clásico indiscutible y, por tanto, inmortal.
Ante mi pregunta, Gustavo me contó que cuando salía de la escuela se iba para la biblioteca que se lleva el nombre del famoso escritor opita José Eustasio Rivera y que queda frente al hermoso río de aguas color té que pasa frente a la biblioteca. Como tampoco tenía más que hacer y como a veces había energía eléctrica era mejor pasar la tarde, con aire acondicionado, leyendo lo que se encontrara en la biblioteca. El estudiante tenía más precisión que el profesor en algunos datos, lo que seguramente le permitía volar desde su pueblo hasta distintas partes del mundo, esa cualidad que tienen los libros y las bibliotecas que lectores imaginativos toman prestados de garabatos impresos en sus hojas de papel.
Suena raro, pero sólo lo es cuando se desconoce, se mira en una sola dirección o cuando se es arrogante. En ese sentido, aparentemente bizarro, otro capítulo se llama “O hipopótamo de Don Pablo”. Se que si mi querido lector es colombiano inmediatamente recordará la Hacienda Nápoles del capo cuasi mitológico paisa de apellido Escobar. Ahora, pregúntense: y ¿qué tienen que ver esos hipopótamos tan orondos que encontraron un hábitat maravilloso, lejos de sus tierras en las vegas del río Magdalena, con la Amazonia?
Solo les cuento el principio: Laurindio, quien vivía cerca de Mitú, era hijo de un misionero italiano, el padre Giacomo, quien vivió en Tanzania cuando hasta allá lo mandaron a salvar almas abandonadas de la palabra de Dios. Laurindio que, entre otras virtudes, era muy bueno para jugar fútbol, también se aficionó con el compendio de animales salvajes que el padre tenía en casa. Laurindio se preguntaba: ¿será verdad que existen todos esos animales y bichos que veía en esas enciclopedias de su padre Giacomo o serán criaturas que Dios crió para su deleite en el cielo? Los hipopótamos del río Magdalena empezaron a poblar algunos de los sueños de Laurindio. No obstante, no les puedo contar más para que ustedes tengan no un deleite en el cielo, sino el deleite de leer esta historia en la Tierra.
Aparecida Vilaça, Francisco Vilaça Gaspar. Ficções amazõnicas. Ed. Todavía, São Paulo, 2022.