RINÓN LITERARIO CEPAM
Reseña "Lejos de Luisiana" Luz Gabás
Germán Palacio
Abogado e historiador. Doctor en Historia de Florida International University. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia. Director del CEPAM.
Luz Gabás. Lejos de Luisiana (Barcelona: Planeta, 2022)
No se puede dejar de celebrar que cada vez haya más mujeres publicando novelas y, en este caso, ganando premios literarios. Lejos de Luisiana es un relato con sabor histórico que nos entrega Luz Gabás y que se despliega en la frontera en disputa entre las monarquías inglesa, francesa y española entre el Misisipi y el Golfo de México, en la antigua Gran Luisiana. En una mirada más amplia, se trata de un esfuerzo bicentenario de la monarquía francesa de conectar la frontera de Norteamérica con Europa a través del Mar Atlántico. Desde avanzado el siglo XVI, la Gran Luisiana intentaba materializar la apuesta francesa de construir un macro territorio colonial en Norteamérica, entrando por el río San Lorenzo en lo que es la actual Quebec, recorriendo el continente hacia el sur y conectando los Grandes Lagos que hoy unen a Canadá con los Estados Unidos para descender por el rio Misisipi hasta Nueva Orleans. El proyecto concebía que al final se amarrara a Francia a través del Nor Atlántico con el Golfo de México. Sin embargo, con el paso del tiempo consolidó Quebec y Luisiana en los extremos, la ciudad de Saint Louis, Missouri y una serie de poblados dispersos con nombres de origen francés en el medio.
Esta apuesta empezó a derrumbarse avanzado el siglo XVIII, con la derrota de las fuerzas francesas en La Guerra de los Siete Años (1756-1763) por la supremacía en la Silesia, India y Norteamérica a manos Gran Bretaña y Prusia en una guerra que se libró simultáneamente en varios continentes. El libro presenta esta fase final de la apuesta colonial francesa en Norteamérica y la entrada en la ecuación, a su vez, del imperio español en medio de un territorio poblado de indígenas diversos y antagónicos, colonos ingleses, franceses y autoridades españolas intentando remplazar a las francesas. El empuje poderoso de americanos ambiciosos que luchaban contra el poder colonial inglés va sintiéndose, poco a poco, como un espectro creciente, a medida que avanza el tiempo y el libro.
La novela se divide en cuatro partes cuyos títulos pretenden darle un toque fluido a la narrativa, siguiendo una lógica ribereña, ya que esas partes se llaman “Curso Alto”, “Curso Medio”, “Curso Bajo” y “Mar”, lo que suena sugestivo, pero podría ser confuso, porque la novela no arranca en el Alto Misisipi y termina en el mar sino que tiene a la ciudad de Nueva Orleans como epicentro de la narrativa que en las primeras tres partes siempre enganchan su hinterland desplazando la narrativa hacia el norte y el sur, al tiempo que en la parte final privilegia el contacto entre Nueva Orleans con Francia y España y, por tanto, la conexión marina.
Buena parte de la novela entonces asocia a Nueva Orleans, en la desembocadura del Misisipi, con historias que se van tejiendo desde este punto, río arriba, siendo especialmente importante la fundación de la ciudad de San Luis, Missouri, en el punto que el Missouri desemboca en el Misisipi. Esta localización en el curso medio del río engancha las planicies dominadas por indígenas, sólo que, para la novela, los Kaskaskian son claves, particularmente porque la novela tiene como uno de sus dos protagonistas a un hijo de este pueblo del Mid West americano, llamado Ishcate, un galán con una historia que inaugura la novela.
Arranca así con una especie de preámbulo en donde la autora cuenta que Ishcate es llevado por su padre al bosque, como parte de un rito de iniciación de su vida en tránsito de la pubertad a la adultez pasando la noche en medio del bosque, solo y con los ojos vendados. Este ritual termina exitosamente, cuando en la mañana, su padre que llega a rescatarlo le dice de manera sabia: “No pidas una vida fácil, hijo, pide fuerzas para soportar una vida difícil” (p. 21). No tenía tan claro que en el siglo siguiente los americanos triunfantes y ambiciosos arrasarían o arrinconarían a sus descendientes y a sus enemigos ancestrales por parejo, pero sí da la impresión primera de que la psicología de Ishcate quedará fijada para siempre por ese encuentro profundo con el bosque.
Desde el rito de paso a la adultez de Ishcate, el libro pasa a describir y entrelazar historias de familias francesas, una de las cuales se asienta definitivamente en Nueva Orleans, la familia Girard. Jerome, el patriarca, es quien financia la expedición, mientras que la familia de Benoit Leroux es quien va a colocar el trabajo y el pellejo en un territorio de frontera. Sus respectivas esposas, en segundo plano, serán figuras excepcionales en el desarrollo de la historia. Sin embargo, las hijas de los Girard serán las protagonistas femeninas. De hecho, Suzette será quien perderá la cabeza por Ishcate, el indígena, en una historia que reversa a Pocahontas de la versión cinematográfica de Disney. El galán será el indígena y la enamorada será Suzette, cada uno lidiando con historias personales de dos culturas a veces enfrentadas y a veces aliadas en un mundo complejo que no sigue un guión maniqueo en que los indígenas están de un lado y los europeos, de otro, sino que ambos viven en un sartal de contradicciones y alianzas rocambolescas, indígenas contra indígenas, europeos contra europeos, indígenas contra europeos y viceversa.
Contra los pronósticos y lo usual para la época, Suzette opina con agudeza sobre temas políticos y económicos en un contexto hecho para que los hombres comanden. La fortuna e instinto político de su padre, Jerome Girard, le proporciona la plataforma para ir ascendiendo en un juego de poder que va desplazando la autoridad francesa por la española, quienes reciben compensación en medio de la derrota por su apoyo a los franceses en la guerra ya mencionada. Esa compensación fue la Luisiana. Algunos de sus compatriotas franceses considerarían traición por haber escogido el bando al que se arrimó, aceptando los designios de las monarquías. Ese bando, temporalmente, lo encumbró, al tiempo que le permitió a Suzette atraer pretendientes de alcurnia entre los recién llegados españoles. Dos matrimonios bien avenidos le permitieron acercarse a la aristocracia española, a costa de desestimar y alejarse de su amado Ishcate, quien, a su vez, conscientemente, supo siempre que era un amor imposible y una contradicción insoluble. Por esa razón, en momentos decisivos, decidió alejarse, subordinando el corazón a la razón, siendo leal con su pueblo, con su gente y consciente de que iba a ser extraordinariamente difícil para Suzette, quien generó varios hijos con maridos europeos encumbrados.
A veces los personajes son interesantes, pero se sienten inconsistentes. Ishcate, el galán indígena, por ejemplo, es bueno para la guerra, para cazar animales y para obtener pieles valiosas que serán enviadas a Europa por comerciantes franceses e ingleses. Cortar la piel de los animales tampoco le impedirá cortar el cuero cabelludo de sus enemigos derrotados. El personaje indígena es interesante, pero a veces es sacado de contexto, como un indígena idealizado. Al tiempo que se presenta como arraigado a su cultura, reaparece totalmente reconvertido en comerciante europeo, un cazador que encuentra que despellejar animales es solo una actividad económica cuando buena parte de su pueblo ha sido diezmado y desterrado. El bosque es un bosque despojado de la fauna que allí vive y tiene refugio. La historia profunda, ancestral, del comienzo libro que le sirve a la autora para caracterizar a Ishcate y mostrar su intenso apego a su territorio y su gente, se diluye en un comerciante, que piensa igual que los europeos, la naturaleza abstracta y reconformada como objeto de comercio. Las pieles de los animales serían sólo una actividad económica más en medio de una naturaleza desacralizada. Acostumbrado a comerciar con pieles, no tiene problema con mantenerse viviendo como comerciante matando animales y comerciando con pieles. Presentados de esa manera, es mejor no dedicarles muchas neuronas críticas a los personajes, si no queremos desanimarnos. El libro se lee rápido y es ameno, si se hace una lectura ligera.
Tampoco tiene sentido desanimar a los lectores por el manejo de los personajes que son esclavos. La autora simpatiza más con el carácter benefactor del amo que los valores y resistencias de los esclavos. Ella le da especial importancia a los esclavos domésticos, Bambula y Anne. Pero lo que resalta la autora es el buen trato y cariño que Suzette les tiene, de modo que el lector agradece que Suzette sea tan compasiva y cándida, dirían algunos, de buen corazón, pero la novela le invierte muy poco tiempo a las tribulaciones, alegrías y sufrimiento de esos esclavos. Sin ocupar el primer plano, aunque sí se destaquen como actores de reparto, esos esclavos domésticos son tratados de modo que su existencia tiende a resaltar el buen carácter de la chica de origen francés por su trato compasivo. En cambio, los demás esclavos que están laborando, explotados en las plantaciones, casi ni existen.
Se trata de un romance que podría ser llevado a televisión o a una serie de Netflix y que se puede ver con palomitas de maíz cuando estemos cansados de la vida contemporánea actual hecha de mezquindades y de violencia cotidiana. Los editores escribieron en la contraportada que se trata de una novela que es “un gran fresco histórico sobre la aventura de España en el corazón de Norteamérica”. Esta es una forma de expresar no el amor de los protagonistas sino el contexto, pero de una manera eufemística, atractiva para el mercado editorial español y para la gente que cree que sus problemas los generan los migrantes, haciendo caso omiso de su propia historia de conquistadores y migrantes.
Por lo anterior, analizado desde el otro lado del Atlántico, es difícil hacerlo del mismo modo que la autora. Los olvidos son necesarios para tener una vida confortable. Se trata más bien de los últimos estertores del imperio español que quiso anclarse en Norte América en el contexto de la decadencia inglesa, francesa y española en América. Un fantasma poderoso iba creciendo, a contrapelo, jugando tácticamente de modo que iba peloteando, uno contra el otro, los poderes coloniales europeos, para décadas después anunciar que América era para los americanos. Y, ese fantasma acabaría cavando la tumba no solo de los imperios coloniales de Europa occidental, sino arrinconando y liquidando los pueblos indígenas norteamericanos durante el siglo XIX en Florida, Louisiana, en el Mid-West y cabalgaría sobre el lejano oeste eliminando también a bisontes, a zorros y a lobos. Esa es la historia del fin de la frontera, una centuria después, lo que dio lugar a reeditar la idea democrática en que se fundan los Estados Unidos y a reverdecer el rosado sueño americano.
Se trata de un texto bien escrito, fácil de leer y con un contexto histórico que le da profundidad e interés a una novela de amor posible, pero poco probable, para esa época. No es la aventura de España, como dicen los editores, sino de un sistema colonial decadente y de sus cabezas que reclaman alcurnia. Es una narrativa que podría interesar a muchos que preferirían, en vez de leer textos de historia, muchas veces áridos, llenos de datos rigurosos e irrelevantes a la vez, saber de esta fascinante historia a través, no tanto de próceres, héroes y generales, sino de personajes de carne, vísceras, emociones, pasiones y huesos, como todos los mortales.
Luz Gabás. Lejos de Luisiana (Barcelona: Planeta, 2022)
Autor de Reseña: Germán Palacio.