Reseña «Memoria por Correspondencia» Emma Reyes

Germán Palacio

Abogado e historiador. Doctor en Historia de Florida International University. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Colombia Sede Amazonia.

Director CEPAM

Emma Reyes, Laurel, Santiago de Chile, 2012.

Parafraseando a Leyla Guerreiro, periodista y escritora argentina en su prólogo a la edición de Laurel de 2012, la colombiana Emma Reyes cuenta una historia infantil de desgracia contada con la más alta gracia. Emma y su hermana, agrega, “fueron explotadas, golpeadas, despreciadas, insultadas por la mayor parte de los adultos que se cruzaron en su camino” (pag.9). Así las cosas, ésta descripción resalta una historia de maltrato infantil contada por la víctima misma y perpetrada por adultos. Si lo miramos de otro modo, el contexto específico colombiano que le da sentido a la obra se diluye en un conflicto de maltrato infantil por parte de adultos. Pero esta autobiografía es mucho más.

Me parece casi imposible no aceptar que la narrativa de Emma tiene una gracia enternecedora. Yo agregaría que tiene el don que no siempre tienen los ventrílocuos de las víctimas del conflicto armado colombiano contemporáneo. Posee encanto chaplinesco donde la pobreza, persecución y desgracia, se resuelve entre risa y esperanza, pero con toque colombiano, algo así como con la simpleza asombrosa del cilantro en una changua con calao, delicia que pocos logran saborear, a menos que sean habitantes del altiplano cundiboyacense. Algo así como la música de provincia que traspasa las fronteras, un fenómeno internacional que no pierde su toque de terruño.

Esta historia se ubica en un contexto andino colombiano dominado por una ideología fabricada por un trinomio de Estado, Iglesia y Patriarcado, un retrógrado y discriminatorio entramado social basado en una ideología católica consagrada oficialmente, desde la Constitución de 1886. Se trató de un arreglo institucional confesional entre el Estado y el Vaticano que se conoce como el Concordato. Sin ese contexto espacio temporal, el sentido de los desgarradores acontecimientos que narra Emma Reyes, quedaría desdibujado.

Como la historia se desenvuelve en una época en que no existía como tal lo que hoy llamamos política social, el manejo de las poblaciones sobrantes del sistema económico son interpelados por mecanismos de policía como en el caso de la persecución al vagabundeo, la caridad orquestada bajo la égida de la Iglesia católica con hospicios e internados, las rígidas reglas del matrimonio católico, las mujeres premiadas por el matrimonio, o condenadas a la soltería o al convento y la discriminación y condena de los hijos naturales, el terror de las mujeres de estar viviendo bajo un dañado y punible ayuntamiento, como se le llamada en el Código Civil cuando las mujeres desafiaban las rígidas reglas del matrimonio católico, bajo un paraguas de patriarcado y machismo como la forma que articular el poder social al Estado Conservador y a la Iglesia.

El drama desgarrador que nos ofrece este relato, lo ha contado ya la nueva historia social y cultural que desbancó a la clásica historia patria de Henao y Arrubla. El valor de la vida y el trabajo de Emma Reyes no se miden sólo por su entereza y coraje para superar una infancia terrorífica; su nomadismo sin logística que la sostenga; su destreza y talento para convertirse en una excelsa pintora; su generosidad espléndida para acoger pintores colombianos en París. Memoria por Correspondencia nos aporta el valor agregado de una prosa sencilla, eficaz, enternecedora e irónica, que después de arrojar al lector al pantano del desconsuelo sobre unas instituciones y relaciones sociales perversas, desemboca en una promesa en donde la esperanza de la afirmación, la libertad y la autorrealización se pueden lograr, a pesar de todos los pesares.

El final es fiel a toda la paradójica filosofía del relato. El escape del convento, la superación del encierro y la conquista de la libertad coincide con la delicia de dos perros oliéndose felices el culo en la calle. Una dicha que los humanos no suelen compartir, sino sólo en muy contadas y escogidas ocasiones.   

No puedo terminar sin resaltar una feliz coincidencia: invitar a los lectores a leer este libro, ahora que Colombia le apuesta a un cambio importante del rumbo de su historia, incluido el del respeto por las diferencias de género y el reconocimiento de las luchas de las mujeres para disminuir las desigualdades, lo cual marca un punto alto que se encadena con las luchas de las mujeres trabajadoras, que han logrado, no sin retaliaciones y estropicios, cambiar el mundo.

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Memoria por correspondencia · Emma Reyes · Editorial Laurel

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