RESEÑAS ACADÉMICAS
Reseña "Pioneros, Colonos y Pueblos" Augusto javier Gomez lopez

María Teresa Urueña
Politóloga y MSc. en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional de Colombia Sede Amazonia. Intergante del grupo de investigación Historia, Ambiente y Política. Ha trabajado desde la academia y la sociedad civil para comprender los desafíos socio-ambientales del territorio amazónico. Adicionalmente tiene experiencia en la defensa de los derechos humanos y en la atención a víctimas del conflicto armado colombiano.

Magdalena Castellanos
Economista, Especialista en Alternativas de Desarrollo Sostenible para la Amazonia Colombiana, Universidad de La Amazonia; Doctora en Estudios Amazónicos, Universidad Nacional de Colombia (Sede Amazonia). Investigadora social, con trayectoria en proyectos de ordenamiento ambiental y productivo con enfoque territorial. Experta en el diseño e implementación de estrategias para la participación comunitaria en la gestión ambiental.
Esta publicación elaborada a varias manos y editada por el historiador Augusto Javier Gómez L. presenta distintos procesos de ocupación de la Amazonia colombiana desde el siglo XVI en adelante. Tanto aquellos transitorios que se dieron por cuenta de los procesos económicos y sociales extractivos, como los de colonización permanentes que estructuraron espacios rurales y urbanos, y están relacionados con ciclos de valorización de tierras, destierro y despojo en otras zonas del país.
Gómez resalta que la historia de la Amazonia ha sido construida desde fuera, desde los Andes, basada en imaginarios que la menosprecian, pero que resultan funcionales a ciertos intereses, por ejemplo, los extractivos, o los de las misiones, entre otros, por los que hace un recorrido detallado. El más reciente de estos imaginarios es el del desarrollo que desde la post-guerra volvió un imperativo “integrar” la región amazónica para “superar su atraso”. De ahí que los autores se proponen construir la historia de la geografía amazónica a partir de los procesos de colonización y urbanización, pero, sobre todo, narrar la historia desde la vida y las dinámicas locales.
La publicación está organizada en tres partes. La primera de ellas contiene las investigaciones sobre la colonización del Putumayo; la segunda está dedicada a Caquetá; y la última a Mitú y Leticia como poblaciones de frontera. Adicional a estos trabajos, cada parte está acompañada por una sección con las fuentes documentales de archivo. Aquí se presentará de forma sucinta elementos que se resaltan de cada una de ellas. Sobre Putumayo, la arquitecta, Lina María Sánchez Steiner, en un trabajo detallado y original, hace un análisis de la estructuración espacial y urbanización de Mocoa a partir de los procesos de colonización, conflicto y migraciones entre los siglos XVI y XXI. Sus amplias descripciones están acompañadas por una serie de mapas e imágenes que la enriquecen y permiten ubicar al lector en el tiempo y el espacio. Llama la atención sobre Mocoa, lo cual se infiere de las narraciones de cronistas y misioneros, que entre 1557 y 1724 se ubicó en cuatro lugares distintos hasta situarse en el actual. La selección definitiva se explica, en parte, porque estar situada entre tres ríos y dos serranías ofrecía un resguardo ante posibles ataques, una “fortaleza natural” (p. 75). Esta decisión de defensa militar no anticipó las consecuencias de cambios ambientales de siglos posteriores que acaban de generar una tragedia socio-ecológica en abril de 2017.
En la historia política y económica del departamento, Mocoa ha sido importante en algunos momentos, mientras que en otros ha estado aislada y ajena a ella. En la época posterior a la Independencia, la ciudad estuvo al margen de los grandes acontecimientos del país. No fue sino hasta la época de las bonanzas extractivas de quina y caucho de fines del siglo XIX, cuando la ciudad figuró como centro comercial y de acopio, pues era paso obligado entre el Amazonas y el río Magdalena. Y si bien las bonanzas no dejaron asentamientos permanentes, si la dejaron más articulada con el interior del país.
Ya en el siglo XX, por influencia de la Misión Capuchina, la ciudad fue considerada como punto de impulso para la colonización agraria; sin embargo, ésta estuvo a cargo de colonos pobres (Chaves: 1945), se dio de manera espontánea y sin control estatal como resalta Brücher (1974), y acompañada por un ciclo de migración, colonización, conflicto-migración (Fajardo: 1993). Con los datos censales se evidencia el rápido incremento poblacional en el casco urbano desde la segunda mitad del siglo. Son los procesos de violencia y conflicto los que poco a poco fueron convirtiendo a Mocoa en una ciudad refugio. En resumen, la ciudad refugio es el resultado de un proceso de urbanización -descontrolado- ocasionado por el conflicto armado y la expansión de la coca (p. 144); y añadimos: del destierro de campesinos desplazados y de familias pobres que se ubican en zonas inundables y de alto riesgo donde el valor del suelo es bajo (p. 126).
El artículo de Augusto Gómez titulado: “Yunguillo, Condagua, Puerto Limón y Puerto Asís, caracterizadas como las “nuevas” poblaciones en el piedemonte del Putumayo, a diferencia de otras focalizados en la parte agraria o petrolera, el autor menciona la minería de oro de aluvión como otra causa de colonización con raíces prehispánicas, como en el caso de Yunguillo y Condagua. Gómez sostiene que los procesos de colonización y ocupación de la Amazonia se habían emprendido desde comienzos del siglo XX, contrario a la idea difundida que éstos se iniciaron en la época de La Violencia; sin embargo, resalta que se intensificaron en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, provocando presión constante sobre los indígenas y sus territorios. Sumado a lo anterior, trata de derrumbar otra idea difundida sobre el colono como aquel que transformó la selva a punta de hacha y machete. Gómez basado en informes de documentales y el trabajo de Milcíades Chaves (1945) evidencia que los colonos ocuparon y despojaron de las tierras cultas a los indígenas también sufrieron cambios en su organización y cosmovisión producto de la intervención de la Misión Capuchina y el Instituto Lingüístico de Verano. Aunque el texto es rico en datos y descripciones, menciona la existencia de mapas aunque no los incluye.
La parte II del libro denominada “Caquetá: Colonización y surgimiento de nuevas poblaciones en el piedemonte” se desarrolla a través de cuatro artículos. El primero “Puerto Rico, San Vicente del Caguán y Florencia: las nuevas poblaciones del piedemonte del Caquetá” de Augusto Gómez, describe el poblamiento “pionero” de finales del siglo XIX y comienzos del XX en el piedemonte caqueteño. Señala que el origen de poblados como San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Florencia, se asocia a actividades extractivas de quinas y cauchos. Afirma que la zona estuvo habitada por diferentes pueblos indígenas e incluso que el sitio donde se funda Florencia, sobre la ribera del río Hacha, constituyó un lugar de intercambio prehispánico. Identifica procesos de “poblamiento-despoblamiento” de la “frontera extractiva” para indicar como esta se “mueve”. Concluye que la colonización caqueteña no es solo producto de La Violencia de mediados del siglo XX, sino también de diversos factores que produjeron migraciones de comienzos de siglo, y que condujeron a la “construcción de espacios sociales permanentes” que definen la colonización temprana.
El artículo, “Los pioneros y las pioneras del Caquetá. Análisis estadístico de la colonización y urbanización de los municipios de Puerto Rico, San Vicente del Caguán y Florencia”, de Nathaly Molina y Carolina Suárez, aborda la variación en la distribución del inventario ganadero para Florencia, San Vicente del Caguán y Puerto Rico, durante el período 1900 a 1911, y la distribución entre tres categorías de propietarios ganaderos: pequeños, medianos y grandes. El análisis muestra la tendencia a la concentración de la propiedad sobre el ganado por los “grandes propietarios” dueños del 55% de los hatos. La segunda parte del texto se refiere a la “presencia de la mujer como pionera en [la] ocupación y transformación del espacio permanente”. El análisis estadístico muestra la distribución por género, estado civil y oficio. Las autoras consideran que los datos representan la composición de las familias, característica propia de la colonización.
Aunque varios de los artículos son de bastante interés, no se podría decir que todo el libro es lo suficientemente equilibrado ya que algunos de ellos parecen artículos longevos sin actualización y en sí mismos no son históricos. Este es el caso de Benjamín Sánchez, en el artículo sobre “El Caquetá y su desarrollo”, texto escrito en 1967, que presenta una información importante para la época en términos político-administrativos, físicos y socioeconómicos del Caquetá. Ello incluye algunos datos de población, distribución de propietarios y expresa la bondad del Caquetá para el desarrollo ganadero por su gran extensión “baldía”, ya que para los años sesenta se encuentra ocupado únicamente el 5,5% del área territorial, de la cual 45% corresponde a cobertura en pasto. También es el caso del artículo del reconocido geógrafo Joaquín Molano de los años 1960s. Imbuido en una época de desarrollismo, afirma que “los suelos responden bien a la siembra de pastizales” y resalta la actividad de cría de ganado de la “Hacienda modelo Larandia, hoy por hoy, el establecimiento pecuario más grande de Colombia y zootécnicamente mejor dirigido”. El texto del final de Elizabeth Riaño sobre Leticia no es uno de sus mejores trabajos y parece desactualizado después de todas las publicaciones o trabajos de posgrado que ha hecho la sede Amazonia entre los cuales se destacan los de Jorge Picón, Yohana Pantevis o Jorge Aponte.
Desde un punto de vista conceptual, hay que decir que, confrontados el título con los contenidos, el libro trae dilemas no claramente afrontados. Su título habla de pioneros, una noción muy usada en la literatura histórica de la conquista del Oeste en los Estados Unidos y popularizada en la cultura americana. Sin embargo, desde el principio, el profesor Gómez traza una especie de comprensión teórica que parecería no llamarse a engaño: los indígenas han sido paulatinamente diezmados, arrinconados, victimizados, así que no cabría la versión idílica. Lo cierto es que sorprende que no se use la noción muy colombiana de “colonos” en el título, la que a su vez tiene referentes variopintos: positivamente utilizada en el Caquetá y un poco despectiva en Putumayo que es donde más ha trabajado el profesor Gómez. Se podría agregar: ¿Acaso sería válida la noción de pioneros o colonos en Amazonas o Vaupés? Estaría todavía por verse.
Independientemente de estas críticas, es importante tener conocimiento de muchos de los artículos incorporados, el de Mocoa, particularmente, y un estudioso de la frontera amazónica debería tomar este libro en cuenta seriamente.

Peter Frankopan. The Silk Roads (Los caminos de la seda). A New History of the World. (Dublin: Bloomsbury Paperbacks, 2015).
Elaborada por: María Teresa Urueña: Politóloga: [email protected] y Magdalena Castellanos: Economista: [email protected]